3.02.2011

Con Gadafi en las tostadas

La oleada de revueltas en el mundo árabe sigue ocupando las portadas de los periódicos esta mañana. Ahora estamos centrados en Libia, porque, al contrario de lo sucedido en Egipto, Gadafi dice que no se va. Y el ejército sigue sus órdenes.

Ante una OTAN incapaz de ponerse de acuerdo sobre qué hacer, Estados Unidos se pone en marcha con su habitual énfasis heroico: God Bless America y los libre de los regímenes dictatoriales. Pero ante ello yo me pregunto si no estaremos ante un nuevo Afganistán.  Por lo pronto, y por mucho que diga Gates, ya hay dos buques que a mediados de semana se situarán en la zona, cada uno con más de 2000 marines en su interior.

Se trata, según el Secretario de Defensa, de "facilitar la evacuación y ayuda humanitaria", pero eso choca con el mensaje de Hilary Clinton: "Sabemos que esta violencia debe cesar. Y si podemos tomar medidas que puedan acelerar el fin, debemos tomarlas en consideración". Es complicado escuchar estas palabras de un país que está situando dos buques anfibios en la zona y considerarlas como algo "inocente". No se puede, sin embargo, quitarle razón a la señora Clinton cuando dice que Libia deberá adoptar un régimen democrático o vivir una guerra civil: no hay que sorprenderse de tales declaraciones cuando unos 5000 voluntarios rebeldes reciben adiestramiento militar en Bengasi, según Al Yazira, para marchar sobre Trípoli.

Ante esta falta de acuerdo, cabe sólo esperar una determinación en la ONU y ver si Estados Unidos las respeta. Por lo pronto, Libia ha sido el primer país expulsado del Consejo de Derechos Humanos. Lo que no deja de asombrarme no es que este haya sido obligado a salir, sino que formase parte de dicha institución tratándose de un régimen no democrático.