2.24.2010

¡Al fin rompen el silencio!

Ya empezaba yo a pensar que los sindicatos se habían vendido. El silencio que, día a día, caía como una losa sobre los titulares en la prensa estaba a punto de hacerme perder la esperanza. No podía creer que callasen como si hubieran hecho un curioso pacto de silencio con el gobierno y es que, sin duda, al Partido Popular ya le habrían montado una huelga (o unas cuantas) por la locura desatada con motivo de la crisis, negada hasta la saciedad y el absurdo, que se ha convertido en esa visita indeseable que se apalanca en el sofá de todos los españoles sin que sepamos cómo podemos echarla de casa.

Hoy, en Sevilla, en pleno centro, ¡por fin! han hablado en defensa del trabajador. CCOO y UGT han hecho lo que se supone que deben hacer. De pronto todos estaban en la calle diciéndole al gobierno: señores, si la crisis es fruto del enriquecimiento ilegítimo del sector bancario (entre otras cosas, que no es cuestión de pasarse simplificando), no se puede cargar la solución en los hombros del trabajador para que los botines, los albertos y toda la recua de altos capitales españoles sigan con el mismo ritmo de ganancia.

Hay que ajustarse el cinturón decía el Gobierno, pero se les olvidó señalar que nos lo apretaríamos los de siempre. Mientras los bancos reciben ayudas de la Administración para superar la crisis (de unas arcas que todos llenamos pagando nuestros impuestos con gran esfuerzo), siguen cobrándonos por pestañear (menos mal que ya les van poniendo algunos límites por abusar de los usuarios) y, por supuesto, siguen quejándose por lo poco que ganan, porque nunca es suficiente.

Resulta, finalmente, que el gobierno, que se supone que es de izquierda, ha planteado como solución un importante retroceso en los derechos del trabajador que tantos años y sudor han costado conseguir. Hay que mantener la Seguridad Social trabajando más años. Pero nadie habla de los miles de personas que, sin aportar nada al sustento económico del país, se benefician de sus bondades que son, por otra parte, sus mayores debilidades.

Y mientras, el trabajador sigue pagando... ¡dos veces! Porque de su nómina se le descuenta la seguridad social y, si precisa atención inmediata sin dejarse la vida en los pasillos de un hospital o esperando una operación que llega tres meses después de haber muerto, que no sería el primer paso, paga también un seguro privado que le haga una radiografía urgente que llevar al médico de la seguridad social.

Ya era hora, señores. Porque es escandaloso, casi indecente, que se deje al gabinete de ZP dar palos de ciego y seguir mandando al carajo la economía de nuestro país. Quizá más vale tarde que nunca... aunque no sé si aún quedará algún jirón de piel obrera que defender como sigan durmiéndose en los laureles de esta forma...

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